la mirada de Julio

Julio era un solitario.
Pese a verse en compañía habitualmente, él se sabía un entendedor de la soledad. de disfrutar sus aristas y sus artistas en grandes períodos a solas.
podía notarse en la mirada, un ser ocúlto, tácito, que no era otro que él mismo en otra parte. siempre, a todo momento, una parte de sí estaba flotando, durmiendo o volando a la par en los sucios estantes de su nebulosa.
sus pares también lo sabían un ser un tanto extraño, de desaparecer sin avisar, de mirar detenidamente las cosas, de suspirar seguido.

sin embargo, Julio no se extrañaba de sus actitudes ni mucho menos cuestionaba su razón sin razones, esa de ser, naturalmente, un hábil entendedor de los vientos, fiel escucha del agradable sonido del silencio. El silencio. Dulce paradoja para Julio era el silencio, tan vacío y tan cargado era, para él, la mejor metáfora, el punto de inflección de las respuestas que no necesitan de palabras, el libro de los entendidos.

cada uno de sus allegados sentía curiosidad por el perder de la mirada de Julio, por sus ratos y manías. Ciertas veces se sorprendían a sí mismos, estando sólos en sus casas, pensativos y movilizados, casí pudiendo afirmar que sentían la presencia de Julio. Se sonreían y continuaban en silencio, disfrutando de la tranquilidad.

cierta tarde, el grupo de amigos coincidió en una charla de café con que más seguido disfrutaban de esos ratos de soledad, y se sorprendieron al coincidir también en que no se sentían sólos. Afirmaron extrañados que en esos instantes era como si una parte de Julio estaba ahí, con ellos, tan a su lado que no podían describir si era adentro de uno mismo o en todas partes, pero ahí, iluminando los paisajes más remotos con su mirada perdida, la mirada de Julio, un solitario.

tinta y bastidores

quiero inventar reflejos de roma en el espejo de tu sexo. mantener los ojos abiertos con las luces apagadas. como aquella vez.
las pupilas, los diafragmas y las paredes son plateas para los curiosos alados que aplauden con naturalidad.
el silencio como palacio y la suavidad de tus pieles como pista de aterrizaje, para los besos kamikases sólo en noches perdidas, completas desconocidas de la cama para tres. vos, yo y nosotros.

el aroma a despedida y el eclipse de las almas, el sinfin, la profecía y un mensaje en bastidores que en silencio decia: "Si caigo en la sobreactuada repetición de decirte todo lo que me provocas, es por el simple hecho de que fuiste siempre el nexo más eterno y terrenal que puede explicar una pequeña pieza de lo que siento, por lo que me es inevitable dibujarte en los momentos en que más en un cuento estoy. Sos la representación en carne y miel de mi amor a la literatura".

por un cuento inexplicable

entre ráfagas de arena
sobre pirámides invertidas,
fuegos, velos, sangre, cruces,
piel de biblia inadvertida,

sobre un grupo de rebeldes
las espadas y las rosas
sales, sueños, utopías
puas, verde, mariposas.


disfraces más que disfraces,
cuentos de mesias y aladinos
una broma de Cortazar
azar que arropa al destino

este mundo improvisado
de actorcitos principiantes
de santuario y sicodelia
con mendigos elegantes

en la tierra de conejos
Donnie Darko taciturno
habitando en la colina
en los anillos de saturno

santos, bufones y reyes
todos invirtiendo los roles
y un viejo crea universos
suspirando vientos, dividiendo soles

bola de nieve hacia el futuro
entre lineas superpuestas
tiempo eternametne estático
entre la calma y la tormenta



la cara oculta de la moneda que se apropia del lugar, que deshace lo imposible y garabatea sin parar, buscando el estilo, la pluma y el camino correcto, que transmita los legados con sus moños de colores, que dibuje los portales en la base de las montañas y así reivindicar lo que tantos.

despavimentando cielos
despabilando a tu otro ser
los silogismos minerales
que te impedirán caer

cada minotauro y laberinto
cada grito de agonía
centinelas del recinto,
donde esta vez, tal vez,
pueda silenciarte al oido
que veo con tanta nitidez la fantasía
por lo que estoy más seguro que nunca, que siempre jamás,
en la otra cara de la luna, en ese hombre invisible y en las páginas de los locos que invirtieron los signos para que llegue quien pueda explicar lo inexplicable.