de velas y plantas

tipo once, en el regreso de los viernes, redescubro el milagro de lo noestático. me saco los guantes y el abrigo. pongo música suave y me lavo la cara con agua tibia antes de verme a los ojos.
cuando vuelvo al living estiro un poco el cuerpo y prendo un incienso. me gusta sentirme en casa.
comiendo una fruta saludo y riego a las plantas. una a una. son cuatro: aniel, morelli, olivia y rosaura. veo como la tierra absorbe al agua y como el agua penetra en la tierra. imagino lo poderoso de esa alimentación, la homogeneidad de los estados y la infinidad de las analogías.
pienso que todo es lo mismo, que es un tema de formas.
en las ventanas hay pegadas diapositivas que de día dejan ver lo que llevan dentro. de noche son el misterio. la luz viene a ser san-polaroid de la ventana. intento ver a través de mi foto favorita. no se distinguen formas. sonrío.
si la sensibilidad lo requiere, desconecto el televisor y la heladera. generalmente en este punto ya me encuentro bailando en forma pendular, y a ese ritmo ubico algunas velas por la casa. apago la luz.
una vela del tamaño de una manzana ilumina desde el mueble-biblioteca. en la mesa hay tres o cuatro redonditas tan grandes como un cascarudo. la casa está en penumbras, en estado tenue. miro las velas unos segundos y observo en que todas las llamas son parecidas. casi siempre me acuerdo de cortázar y le guiño un ojo intentando acertar al imán con su cara que está en el freezer.
me siento lo más relajado posible y llevo tres inspiraciones profundas al pecho, al corazón. sirvo media copa de vino tinto. por lo general malbec. reparo en el sonido del vino al caer, primero en la copa y automáticamente sobre sí mismo. me parece majestuoso, como que tiene un mística distinta a cualquier otra bebida del mundo. llevo a lo profundo de mis sentidos el aroma a frutos y robles para después colmar cada rincón de la boca. me gusta que el vino tinto tenga tanta personalidad. lo comparo con un gato negro que a oscuras deja ver su otra esencia, su otro enigma. digo gracias. gracias en voz alta y hacia adentro, hacia todos los puntos y nopuntos del universo. cuando agradezco desde tan adentro me siento pleno.
en ese preciso instante permito que me visite alejandra. juntos recorremos todos los pasillos del presente, cada vez más adentro del presente.
la miro y me mira. creemos en los rituales.

sonidito

Lara caminaba y danzaban los anillos cascabel con el viento que venía del mar del este deletreando el lenguaje del invierno helado. Pensaba en Adán y en su Edén de manzanas y andenes al futuro inmediato. Pensaba en las historias y teorías y en las múltiples interpretaciones. Todo puede ser posible, desde la cursilería hasta el absurdo, desde las diagonales hasta un agujero negro. Lara caminaba y pensaba en que la mente miente y la deja hacer y ser lo que quiera pensar. Lara se mueve, se acerca a su andén de manzanas de mar, a su árbol patas para arriba. Un pié, después el otro. Lara siente un escalofrío desde los tobillos. Las raíces del árbol la trepan, la enredan poco a poco, el escalofrío se acerca a las rodillas y crece, se apodera de cada centímetro de piel y de alma. Alma de interpretaciones y futuros y no materia. Alma escalofrío cubierta de árbol, de sal, de mar abierto, de cuerpo blanco y helado como el invierno. Alma cubierta de materia y gravedad y asfixia. Lo único que vive es el sonido cascabel de anillos muertos bajo el agua. Hace invierno.


Carta de Arthur Rimbaud a Georges Izambard

Charleville, 13 mayo 1871

Estimado señor: Ya está usted otra vez de profesor. Nos debemos a la sociedad, me tiene usted dicho: forma usted parte del cuerpo docente: anda por el buen carril. — También yo me aplico este principio: hago, con todo cinismo, que me mantengan; estoy desenterrando antiguos imbéciles del colegio: les suelto todo lo bobo, sucio, malo, de palabra o de obra, que soy capaz de inventarme: me pagan en cervezas y en vinos. Stat mater dolorosa, dum pendet filius, — Me debo a la Sociedad, eso es cierto; — y soy yo quien tiene razón. Usted también la tiene, hoy por hoy. En el fondo, usted no ve más que poesía subjetiva en este principio suyo: su obstinación en reincorporarse al establo universitario —¡perdón!— así lo demuestra. Pero no por ella dejará de terminar como uno de esos satisfechos que no han hecho nada, porque nada quisieron hacer. Eso sin tener en cuenta que su poesía subjetiva siempre será horriblemente sosa.

Un día, así lo espero, — y otros muchos esperan lo mismo —, veré en ese principio suyo la poesía objetiva: ¡la veré más sinceramente de lo que usted sería capaz! Seré un trabajador: tal es la idea que me frena, cuando las cóleras locas me empujan hacia la batalla de París —¡donde, no obstante, tantos trabajadores siguen muriendo mientras yo le escribo a usted! Trabajar ahora, eso nunca jamás; estoy en huelga. Por el momento, lo que hago es encanallarme todo lo posible. ¿Por qué? Quiero ser poeta y me estoy esforzando en hacerme Vidente: ni va usted a comprender nada, ni apenas si yo sabré expresárselo. Ello consiste en alcanzar lo desconocido por el desarreglo de todos los sentidos. Los padecimientos son enormes, pero hay que ser fuerte, que haber nacido poeta, y yo me he dado cuenta de que soy poeta. No es en modo alguno culpa mía. Nos equivocamos al decir: yo pienso: deberíamos decir me piensan. — Perdón por el juego de palabras.
YO es otro. Tanto peor para la madera que se descubre violín, ¡y mofa contra los inconscientes, que pontifican sobre lo que ignoran por completo!
Usted para mí no es Docente. Le regalo esto: ¿puede calificarse de sátira, como usted diría? ¿Puede calificarse de poesía?
Es fantasía, siempre. — Pero, se lo suplico, no subraye ni con lápiz, ni demasiado con el pensamiento.

El corazón atormentado
Mi triste corazón babea en la popa,
Mi corazón está lleno de tabaco de hebra:
Ellos le arrojan chorros de sopa,
Mi triste corazón babea en la popa:
Ante las chirigotas de la tropa
Que suelta una risotada general,
Mi triste corazón babea en la popa,
¡Mi corazón está lleno de tabaco de hierba!
¡Itifálicos y sorcheros
Sus insultos lo han pervertido!
En el gobernalle pintan frescos
Itifálicos y sorcheros.
Oh olas abracadabrantescas,
Tomad mi cuerpo para que se salve:
¡Itifálicos y sorcheros
sus insultos lo han pervertido!
Cuando, al final, se les seque el tabaco,
¿Cómo actuar, oh corazón robado?
Habrá cantilenas báquicas
Cuando, al final, se les seque el tabaco:
Me darán bascas estomacales
Si el triste corazón me lo reprimen:
Cuando, al final, se les seque el tabaco
¿Cómo actuar, oh corazón robado?

No es que esto no quiera decir nada. Contésteme, a casa del señor Deverrière, para A.R.

AR. RIMBAUD
entrar en trance mientras afuera no para de nevar



http://www.youtube.com/watch?v=DA7N5yMrIK8

el viejo

arrancado de su tierra, del barro, del alcaucil
cargó con la responsabilidad de buscar su respuesta
vagó de refugio en refugio, en un extremo silencio
fue un observador,
sometido a los intensos terrores
de la noche negra
de la ruta oscura
del espejo vacío

fue reflejo del peso del tiempo
fue los restos del paso de un sueño
fue la historia jamás contada

caminó las ciudades, los pueblos, los océanos
los arpegios del viento del este
la pálida fotografía en los años del sur
la desoladora canción del atlántico
en los guantes de escollera
en el hielo a las orillas
en la búsqueda
del mar abierto

bordeó las locuras de cavernas luminosas
aturdido por la intermitencia de los carteles de neón

quedaron arrugas en los dedos desnudos
la mirada prendida
las pupilas del cosmos

recorrió bosques, selvas, cañaverales
templos bares ranchos pulperías
el museo del camino
los libros del atardecer
las playas desiertas de las piedras vírgenes
los jardines carmesí del patio trasero
los rincones sucios de los alrededores
camino alternativo del centro a la periferia
de la costa
de la conciencia

escribió

imagino un último aleteo
envuelto en el polen de una ola
en el brillo de la miel
a la hora de la siesta
de los cisnes de los fresnos
de las preconstelaciones
espuma del colapso
en los pulmones del cielo
pulso de años
luz en la arena disuelta

pulpos y diamantes
profundidad de los secretos
cajones de coral
de las arrugas
y los recuerdos
y el barro y el alcaucil
y un gato negro
bajo la tierra

y arrojó el bollo de papel
al abismo del viento
sobre un acantilado en penumbras
del azul intenso
del frío punzante
una noche profética
la revelación

en el poema nunca dicho
y sin cruzar palabra
en la noche muda
dejó caer su camino
sus manos machucadas
sus piernas vencidas
su pecho luminoso
al sereno portal del vacío
la furia de los dioses
los soles de cartulina
empapados por los signos
de la interrogación
un portal de algas azules
y violetas y verdes y naranjas
un eco lejano que retumba
sobre el ruido de las rocas
en el polen de la espuma
en la última palabra
la sonrisa terciopelo

y la mirada
marchita
abierta
colmada
como el mar acero
de sal
de luz
de porcelana

rugió
en la noche

las pupilas del cosmos