te escucho afuera esperando música

ya pesan las orejas pesa la mirada pesa la cabeza pesa pensar. pesa pensar. y no quedan más palabras que las que ya existen y las que faltan inventar y no queda nada más que esto y repetir una misma porquería para que claves una bandera en la punta del iceberg y en el momento en que no hay nada más que decir repito repetir porque nunca pero nunca nunca nunca, es suficiente:


tinta y bastidores

quiero inventar reflejos de roma en el espejo de tu sexo. mantener los ojos abiertos con las luces apagadas. como aquella vez.
las pupilas, los diafragmas y las paredes son plateas para los curiosos alados que aplauden con naturalidad.
el silencio como palacio y la suavidad de tus pieles como pista de aterrizaje, para los besos kamikases sólo en noches perdidas, completas desconocidas de la cama para tres. vos, yo y nosotros.

el aroma a despedida y el eclipse de las almas, el sinfin, la profecía y un mensaje en bastidores que en silencio decia: "Si caigo en la sobreactuada repetición de decirte todo lo que me provocas, es por el simple hecho de que fuiste siempre el nexo más eterno y terrenal que puede explicar una pequeña pieza de lo que siento, por lo que me es inevitable dibujarte en los momentos en que más en un cuento estoy. Sos la representación en carne y miel de mi amor a la literatura".

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