que caso tiene deambular esta noche tan fría, esperando que un golpe de suerte me capture en movimiento a la mitad de estas vías, bajo la sombra del viento y haga que el viento mismo cambie al próximo día.
que caso tiene si tal vez ya lo decidí aquella otra noche, en ese pasado pasado, en esa mesa vacía, solo y conmigo era nada, y esa nada todo entendía. entendía que debía elegir al pasado que vendría, a ese lejos tan cerca, en ese adentro y su lejanía.
que caso tiene entonces querer alterar a la suerte, si entiendo al azar al destino como una bofetada al amor, como cerrar los ojos y verte, como una mínima reacción de una misma fuerza, una fuerza que volverá cuando muera la muerte.
Es el calor al frío, como el amor al odio, pués solo los separa una extrañá temperatura, entre esos dos extremos de lo mismo, entre un cuerdo y la locura, entre el horror y la poesía, entre el dulce abismo de la amarga amargura.
Así soy hoy, un esposo de las viudas, un amante de las lunas, la memoria del olvido. Un joven que vaga lento sabiendose el bien y el mal y el sentido más sentido, el actor principal de una obra infinita, de creadores invisibles, de secretos tan secretos que no hay letras que los describan.
Está noche, entre sensaciones y escepticismo es cuando llegué a saber lo que más quiero y eso es que quiero no saber más, pués información es lo que sobra a este ser universal que ya eligió antes de nacer lo que sería después, un cobarde con la valentía de animarse a deambular en la noche más fría sabiendo que hoy sentiría todo y que por la mañana nada sería.
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