siempre que paró, llovió

tal vez no se trate de inicios y finales, quizá séan hechos en el aire perdidos en la línea temporal que no tienen una uniòn palpable. Tal vez nos acostumbramos a ordenar las partes, a armar los rompecabezas y sin embargo no había necesidad.

hay hoy en la misma ciudad dos pechos racionales, dos cambios con distintos caminos de pólvora y una misma llama que los alcanzará. el orden del desenvolvimiento de estos cambios será el reponsable de la suerte de una escena en el aire mucho más bella, intensa y única que otras.

por un lado el valor, por el otro el orgullo, quien deja dilatar al aire esperando quien sabe que señal y quien se está cansando de poner en ese aire todas las intenciones.

uno capta, otro sangra. luz intermitente, puerta abierta.

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