heroe

ese terror se vuelve más cotidiano, el bebé sigue en el techo y la inyección en el freezer.


dejaste que la sangre se pudriera de grises en las venas heroinas, que tu mente se adapte a lo más perverso y al reverso, caiste en la facilidad de esa felicidad artificial, de ese extasis de altura a cambio de la caida más agresiva.
quemaste el traje con el que te disfrazabas cada día y te perdiste mirando el fuego con júbilo, luego de nuevo, la muerte.
una voz demasiado cerca dijo: la alfombra es parte de tu piel y está sucia de polvo como tu vida, fué tan placentero enrredarte en la telaraña de los brujos, saciar tu hambre de hombre en las esquinas más frías, dormir despierto en el humo más denso, dejar de soñar fué tan fácil.
ahora que ya no sentis terror, porque en él te convertiste, se hizo tan intenso tan de golpe que lo que sentías en la palma de tu mano se hizo dueño de tus desiciones, las sombras inmensas ahora eran tan reales, codearse con los fantasmas más extraños te hizo tan debil, que fuiste paulatinamente regalando tu alma.
el camino esa noche por la calle más angosta, pateando las latas, agitando tu respiración, depurando el alcohol en cada gota de transpiración, buscando en cualquier parte un demonio que calme a la bestia. tus ojos de noche, tu cuerpo de enfermo, tu color perdido. no entendiste donde quedo la chequera que encontraste en las ropas de aquella pareja, la sangre no era tuya, tus manos actuaban por su parte, que había sucedido? donde estoy? donde estube este tiempo?
de nuevo, la alfombra. el bebé sigue en el techo y ahora grita más que nunca, el gato araña las cortinas y la televisión más prendida que nunca hace zapping por si sóla. no sabés adonde mirar, porque todos te señanal y la cabeza te da vueltas. un físico habla desde el polvoriento televisor de que el peligro se anticiparía con la extinción de las abejas, esa frase te retumbó entre los oidos y la frente; ahora sin aguijones, viste tu extinción de cerca, el peligro era parte tuyo, jugaba con tus manos y las cortinas.
alcansaste a correr al baño, alterado por la desesperación de sentir algo que escapaba de tu cuerpo, te miraste al espejo y te dió miedo, la sangre en tus nudillos y el ruido del cristal no calmo tu angustia.
el gato era del mismo negro que tus ojos y las supersticiones ya estaban tan lejos, como el bebé, como el cable suelto del teléfono, como la puerta que se cerraba al final del pasillo infinito, sólo quedaba a mano la ventana y fué lo único que viste.
una vez más te sobró capacidad y te falto valor, te sobraban las ganas y se escapó la cordura.
eran las diez de la mañana del lunes y el sol brillaba inmenso, aunque hacía meses que no lo veías. Tu sangre tiñó de rojo el asfalto y de amarilla la portada de los diarios. sin embargo luego se volcó en el rosa de las lágrimas de la gente más cercana. Una carta aparecio por arte de magia escrita con tus supuestas manos que alivianó la sorpresa de los ciegos y fortaleció la campaña electoral de tus padres, que brindaron tan tristes para las cámaras mientras festejaban los resultados.

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